Las noches más cortas del año (solsticio de verano) se festejan en dos fechas clave: 24 de junio, en honor de san Juan, y 29, por los apóstoles Pedro y Pablo, fundamentales en la extensión del cristianismo, aunque al primero se privilegia en este día.
En la Edad Media, eran noches de tal libertad sexual que escandalizaban a las autoridades. En el siglo XI, reinando Al-Ma’mun en Toledo, le advierten de lo que acontecía en su gran fortaleza de Magerit (luego Madrid): “En las noches de san Juan y san Pedro se tenía que reforzar la vigilancia porque los infieles y enemigos de Alá se juntaban so pretexto de sus devociones a los benditos siervos del Señor, y recorrían los campos con lascivos bailes y gritos de alegría, así los hombres como las mujeres, que sin velos que tapasen sus rostros corrían desordenadamente ofendiendo a Alá”.
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