Un gran éxito de público y crítica, respaldados por dos oscars de la Academia de Hollywood, situaron la película El Pianista entre los filmes más notables de principios de esta centuria. Se basaba en un libro ya veterano y escasamente conocido hasta hace poco: El pianista del Gueto de Varsovia, obra de Wladyslaw Szpilman, que recogió su dantesca peripecia personal dentro de la aniquilación nazi de la comunidad judía de la capital polaca, cuyo capítulo final ocurrió en mayo de 1943, hace casi ochenta años.
En el verano de 1940 los alemanes ordenaron que el barrio judío de Varsovia –una superficie de 10 kilómetros cuadrados situada al este del río Vístula– fuera totalmente cercado por un muro de dos metros y medio coronado por una alambrada de espino. Una auténtica cárcel que incluso tuvo que pagar la asociación judía local. En el mes de octubre, todos los judíos de Varsovia, 359.827 según el censo de 1.939, fueron obligados, bajo pena de muerte, a abandonar sus hogares y con los bienes muebles que pudieran transportar, instalarse en el gueto amurallado.
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