En línea con los anteriores libros sobre Egiptología de la Editorial Dilema, se publicó en 2022 este grueso volumen escrito a cuatro manos por profesores y egiptólogos (dos hombres y dos mujeres) que ejercen y se han formado en La Sorbona con amplia experiencia investigadora en la Historia del Egipto. La publicación original es de 2019; por tanto, la versión española se suma al carro del reciente éxito de este libro en Francia. La categoría de los autores garantiza que la alta divulgación que aquí se propone goza de garantía.

La obra no es tópica, en el sentido de ofrecernos cosas “medio sabidas” por la gran cantidad de libros circulantes en nuestro país sobre el Egipto antiguo. Aquí, la Arqueología o la Historia del Arte quedan subsidiadas al discurso histórico, que tampoco es estrictamente político, sino que el desarrollo de la historia, a lo largo de los siglos, se va anclando a su desarrollo cultural, y a los cambios sociales. Nada se encontrará aquí del “Egipto misterioso” con que se anuncian los malos libros relativos a esta singular y milenaria cultura.

Siempre que se habla de desarrollo y progreso socio-cultural, lo normal y lo correcto es que el relato –el libro– respete la cronología. Y así, encontraremos aquí siete extensos y densos capítulos que hablan de la explicación del medio físico, tan determinante en esta región, que se vertebra en torno al curso del Nilo (cap. 1), los recursos, la primeras culturas superiores neolíticas y las primeras Dinastías (cap. 2), y que continúa el hilo cronológico del Reino Antiguo (cap. 3), el Primer Período Intermedio y el Reino Medio (cap. 4), el Reino Nuevo (cap. 5), que suponen el cénit cultural de Egipto con las Dinastías XVIII y XIX.

Empleando una palabra de moda, la “resiliencia”, el capítulo 6 narra las últimas Dinastías “faraónicas”, aquellas del Tercer Período Intermedio (años 1069-644) y la época tardía (655-332) consideradas como de “resistencia” y refracción a la cultura tradicional, pero también de decadencia, porque en cierto modo el origen étnico del los faraones parece “desnaturalizar” la esencia cultural egipcia: atrás quedó el dominio de los hicsos, pero en la Baja Época tenemos a la llamada Dinastía Libia, más tarde la Dinastía de los “faraones negros” de origen nubio (la XXV); luego llega la conquista persa (primer periodo, Dinastía XXVII, de 526 a 401, y el segundo, Dinastía XXXI, de 342 a 332) que preconizan la falta de una “genuina autoctonía” étnica y cultural que tuvo Egipto en el II Milenio a.C.

También se nos presenta, en el capítulo VII, a modo de epílogo en unas  cincuenta páginas, un panorama del Egipto helenístico, que verdaderamente no se puede considerar como “faraónico”, sino gobernado por reyes (basileis) Lágidas o Ptolomeos, los herederos de Alejandro Magno, fundador de Alejandría, la ciudad que alumbró el Mediterráneo, no solo con su gigantesco faro, sino sobre todo con la poderosa luz de su cultura literaria y científica.

Este desarrollo cronológico era, como dije, un recurso práctico para exponer en cada gran capítulo o periodo histórico los avances en la sociedad o la cultura, entendiendo por cultura la importancia que en Egipto tenía el faraón en la cúspide del Estado, su carisma político y religioso, rector de toda ideología; también se explica, para cada periodo, la importancia de la corte, la creación de aparatos administrativos y religiosos, y de un ejército regio. Se dedican muchas páginas a la economía (agricultura y minas, principalmente), y a la estabilidad derivada de una explotación controlada férreamente por el faraón. Fruto de la estabilidad económica y de la fortaleza del Estado es el progreso en arquitectura religiosa, funeraria y palacial. Las pirámides, las gigantescas de Giza y otras de necrópolis diversas, así como los templos monumentales son signos de identidad de la grandeza egipcia entonces y ahora. De ese progreso se habla en todos los capítulos, imbricado en el desarrollo político. Una conclusión que puede obtenerse del panorama de “miles de años” es que la cultura egipcia era más fuerte cuanto mayor era el poder del faraón y la estabilidad dinástica. El progreso social se percibe en la medida en la que el pueblo contribuye, con su trabajo y sus impuestos, al esplendor de país.

Merece la pena volver al Egipto milenario de la mano de esta obra de alta divulgación; un libro nuevo, moderno, muy didáctico, que se presenta además con útiles suplementos: una cronología, mapas, vocabulario básico, índices temáticos, una bibliografía actualizada por capítulos, y una carpeta de láminas en color con bellísimas fotos (poco tópicas) que enriquecen y mejoran el original publicado en Francia por la editorial Armand Colin.

Portada de "El Egipto faraónico. Historia, sociedad y cultura", de Pierre Tallet, Frédéric Payraudeau, Chloé Ragazzoli y Claire Somaglino, editado por Dilema.
Portada de «El Egipto faraónico. Historia, sociedad y cultura», de Pierre Tallet, Frédéric Payraudeau, Chloé Ragazzoli y Claire Somaglino, editado por Dilema.

El Egipto faraónico. Historia, sociedad y cultura

Pierre Tallet, Frédéric Payraudeau, Chloé Ragazzoli, Claire Somagliano,

Madrid, Dilema, 2022,

597 páginas + 32 láminas a color, 27,55 €

 

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