Según unos testigos, la tensión estalló cuando un travesti golpeó con su bolso a uno de los policías que le llevaban detenido; según otros, fue cuando una lesbiana, que forcejeaba con los agentes que la arrastraban al coche patrulla, se dirigió al centenar largo de espectadores congregados ante la puerta del bar Stonewall increpándoles: “Pero ¿es que no vais a hacer nada, tíos?”. Entonces, los mirones empezaron a tirar monedas a la policía en señal de desprecio; a los centavos les siguieron latas, botellas y deposiciones de perro; a continuación, alguien tiró un adoquín contra el coche celular; le siguió un cubo de basura y luego otro y otro más. Atemorizados, los agentes recularon hacia el bar donde estaban practicando detenciones y a una orden del subinspector Seymour Pine, al mando de la operación, se atrincheraron en su interior a la espera de refuerzos.
Así fue como la que debía ser la enésima redada de humillación rutinaria de homosexuales y lesbianas en el Village de Nueva York se convirtió en la noche en que, por primera vez en la Historia, éstos dieron la vuelta a la tortilla y agredieron a la policía, desatando una ola de disturbios que se prolongó casi durante una semana y marcó el nacimiento de la lucha por los derechos civiles de gays y lesbianas.
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