El retrato más conocido de Rodolfo II le asimila a Vertumno, dios de mil aspectos, de infinitas caras. Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico es un personaje carcomido para la posteridad por sus “heterónimos”: Rodolfo mecenas, acaparador de arte y de todo tipo de objetos, construye el perfecto Gabinete de las Maravillas barroco; Rodolfo ingenuo alquimista, cabalista, nigromante, nunca triunfante en sus búsquedas; Rodolfo racional defensor del calendario gregoriano, crédulo –como casi todos– en la Astrología; Rodolfo tolerante con los cercanos, atrabiliario para los lejanos.
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