Weimar, a orillas del río Ilm, al pie de la montaña Ettersberg, al norte del bosque de Turingia, era, en 1919, una ciudad alemana, pequeña y tranquila, que en 1914 solo contaba con unos 37.000 habitantes, que no había sufrido la destrucción de la guerra y que seguía todavía muy ligada al recuerdo de Bach, Goethe, Schiller y Leibniz, lo mejor de lo mejor de la cultura clásica alemana. Tenía además un gran Teatro Nacional, donde podría reunirse una asamblea parlamentaria, y sus accesos podían ser perfectamente controlados con un ejército poco numeroso.
Teniendo en cuenta la intensa agitación política que se vivió en Berlín al terminar la I Guerra Mundial (1914-1918), no es de extrañar que los representantes de la Alemania que, en medio de la derrota, buscaron dotar al país de un nuevo régimen político, escogieran la pequeña y simbólica ciudad de Weimar para reunirse y votar allí, el 11 de noviembre de 1919, una nueva constitución, republicana y democrática.
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Gracias estimada profesora
aun recuerdo sus clases en cuarto
de Historia con Jover y todo lo que aprendí
Y que enseño a mis alumnos
Un abrazo