Un total de 13 selecciones participaron en el Primer Mundial de Fútbol, que se celebró en julio de 1930 en Uruguay. La selección anfitriona ganó a Argentina la final, que se disputó el día 30 en el Estadio Centenario de Montevideo. A continuación reproducimos las crónicas de Asociated Press sobre el encuentro, que recogieron numerosas cabeceras de la prensa española en su edición del día 31:

«Los equipos nacionales de Uruguay y la Argentina que se disputaron el campeonato mundial de fútbol están formados por los siguientes jugadores:

Equipo uruguayo: Ballesteros, Nasazzik, Mascheroni, Andrade, Fernández, Gestido, Dorado, Scalone, Anselmo, Cea e Iriarte.

Equipo argentino: Bottaso, Della Torre, Paternoster, Evaristo, Chividini, Suárez, Peucelle, Varallo, Stabile, Ferreyre y Everisto (M.).

El jugador argentino Monti debía haber jugado en su equipo como medio centro, pero se ha negado a jugar esta tarde, debido a las pocas simpatías con que cuenta entre el público uruguayo. Habíase nombrado para reemplazar a Monti al jugador Zumelzu, pero no puede jugar a causa de encontrarse enfermo. Entonces se decidió que Chividini ocupase el puesto de Monti en el partido final. Todavía no se sabe si a última hora se logrará convencer a Monti para que ocupe el puesto que le corresponde en el equipo, pues muchos técnicos y aficionados tratan de convencerle para que juegue contra los uruguayos.

En el equipo uruguayo se habla de la posibilidad de que a última hora Petrone reemplace a Anselmo como delantero centro. (…)

El Comité ejecutivo del campeonato mundial de fútbol ha confirmado la designación del Sr. Langenus (Bélgica) para arbitrar el match en el que será proclamado campeón el equipo vencedor. (…)

El uruguayo Héctor Castro (parcialmente oculto por el poste) bate al guardameta argentino para conseguir el 4-2 definitivo © FIFA.com
El uruguayo Héctor Castro (parcialmente oculto por el poste) bate al guardameta argentino para conseguir el 4-2 definitivo © FIFA.com

Los equipos han sufrido a última hora las siguientes modificaciones: el centro medio argentino, Chividini, es sustituido por Monti, y el delantero centro uruguayo, Anselmo, es reemplazado por Castro.

Durante los primeros minutos de juego, los argentinos, y especialmente la línea de defensa, jugó con gran nervosidad, fallando frecuentemente y permitiendo el dominio de los jugadores uruguayos, que a los doce minutos de juego lograron marcar el primer tanto, obra del delantero Cea. Puesta de nuevo en juego la pelota, la lucha se equilibró, notándose una mayor seguridad en la defensa argentina.

5.000 revólveres y armas blancas incautados

El trasatlántico italiano Diulto, que salió de Buenos Aires conduciendo a mil aficionados argentinos que se trasladaban a esta capital para presenciar el partido de fútbol, llegó después de terminado el encuentro a causa de la espesa niebla que hay en Río de la Plata.
Por el mismo motivo han tenido que regresar a Buenos Aires varios aeroplanos y embarcaciones que hacían el viaje a esta capital. Las autoridades policíacas han manifestado que los agentes a sus órdenes se han apoderado de más de 5.000 revólveres y armas blancas propiedad de los argentinos que se trasladaron estos días a Montevideo para presenciar los partidos del campeonato mundial de fútbol.
Telegrafían de Buenos Aires al Daily Herald que la noticia de la victoria del equipo de fútbol uruguayo ha dado origen a varios incidentes y túmulos. Unas señoras que se asomaron a un balcón de la avenida de Mayo, agitando una bandera uruguaya, fueron apedreadas por el populacho. La Policía ha tenido que dar varias cargas contra grupos de manifestantes, que apedrearon el consulado del Uruguay, rompiendo casi todos los cristales del edificio. Los agentes se vieron obligados a desenfundar las pistolas para restablecer el orden.

Evaristo (J.) hizo un excelente juego, deteniendo numerosos avances de la línea delantera uruguaya y sirviendo numerosos balones a la suya. Los delanteros argentinos, a pesar de que demostraron falta de compenetración, pusieron varias veces en peligro la meta uruguaya, hasta que a los veinte minutos de juego lograron su primer tanto por mediación de Peucelle. La pelea continuó equilibrada; pero a los treinta y ocho minutos una hermosa combinación realizada por Varallo y Stabile la remató este último, apuntándose el segundo tanto para el equipo argentino. El primer tiempo terminó con el tanteo de dos a uno a favor de los argentinos.

En el segundo tiempo los argentinos, esperanzados de poder tomar la revancha de la derrota olímpica, encaminaron todos sus esfuerzos a mantener la ventaja conseguida en el primer tiempo; sin embargo, la actitud de algunos jugadores, que trataron de realizar jugadas individuales, quitó eficacia a la labor de conjunto del equipo. Además, aunque los extremos argentinos realizaron una buena actuación, no consiguieron ligar su juego con sus restantes compañeros de línea.

Los uruguayos, por su parte, pusieron todo su empeño en los primeros minutos del segundo tiempo en oponer una defensa cerrada al equipo argentino, tratando de cansar a este. Pasados los primeros momentos, los jugadores argentinos iniciaron su ataque, llevando constantemente el balón frente a la portería contraria, hasta conseguir su segundo tanto, mediante un soberbio tiro de Dorado. Pocos minutos después, el delantero uruguayo Iriarte marcó el tercer tanto, y momentos antes de darse por terminado el encuentro el delantero centro Castro logra el cuarto gol.

Los argentinos jugaron en algunos momentos suciamente, y en otros cometieron faltas, que aprovecharon sus contrarios. (…)

Al terminar el partido fue izada en la torre olímpica la bandera uruguaya. A su derecha ondeaba el pabellón argentino, y a la izquierda, los de Yugoeslavia y Estados Unidos.

Los jugadores de la selección uruguaya celebran la victoria © FIFA.com
Los jugadores de la selección uruguaya celebran la victoria © FIFA.com

En entusiasmo en la capital por la victoria del equipo nacional es enorme.

La Prensa argentina protesta contra el juego desarrollado por los uruguayos, calificándole de brutal, y acusa de manifiesta parcialidad al árbitro belga Langenus».

Crónica de Asociated Press sobre la final del primer Mundial de Fútbol publicada en «El Heraldo de Madrid» el 31 de julio de 1930.

 

 

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