Sin pretenderlo, el claustro de Palamós se ha convertido en el instrumento capaz de explicar con mayor claridad el fenómeno de la compraventa y expolio de obras de arte en España, fundamentalmente en el primer tercio del convulso siglo XX.
Sin tratarse de una de las célebres víctimas del furor despertado en Estados Unidos por el patrimonio del país –hasta la fecha nadie ha demostrado que esta presunta obra maestra del románico sea auténtica–, las arcadas de la finca Mas del Vent (Palamós, Girona) han rescatado casos tan conocidos como el viaje a Nueva York del monasterio de Santa María la Real de Sacramenia (Segovia), la rocambolesca venta de las pinturas de San Baudelio de Berlanga (Soria) o la decidida operación de Cataluña para impedir la fuga masiva de los frescos murales de las pequeñas iglesias de los Pirineos.
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