Ahora he devenido muerte, el destructor de mundos”. Esta célebre cita del texto sagrado hinduista Bhagavad-gītā en boca de Robert Oppenheimer se suele señalar como la gran muestra de su arrepentimiento por haber creado las bombas atómicas que arrasaron Hiroshima y Nagasaki. Estas palabras no fueron una reacción inmediata a los bombardeos atómicos –las pronunció veinte años después en un documental de la NBC–, pero sí que pueden considerarse la advertencia si no se controlaba el poder desatado.
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