Neptuno favorece a los viajeros”, proclama el lema de Nantes (Francia). Una nave de oro como la de Jasón, unos nudos marineros, la corona de Bretaña y la cruz de Liberación lucen en su escudo. Los símbolos del orgullo cívico que revelan su espíritu aventurero. Porque aquí, donde el Loira mira al océano, el viaje y el mar han ido de la mano. Pero la historia es dinámica: a veces terca, a veces azarosa. Nos lo recuerda Julien Gracq en La forme d’une ville cuando dice que “la forma de una ciudad cambia más rápido que el corazón de un mortal”. Él que amaba Nantes por ser “ciudad enjambre, ciudad llena de sueños”.
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