Tildado por la tradición antigua de bárbaro, pérfido, sanguinario y cruel, Mitrídates VI, el dinasta helenístico que durante casi medio siglo se convirtió en encarnizado enemigo de la República romana, suscita con su trágico destino un interés que aun potencia la coyuntura crucial en que se desenvuelve su vida y su obra, frente a una Roma sacudida por múltiples convulsiones y en el marco geopolítico de un Oriente que intentaba por última vez y desesperadamente revolverse contra el poder romano. Un interés que impulsó a Racine a dedicarle una de sus tragedias, recreada en música por Mozart, y a Montesquieu a considerarle como “un rey magnánimo que, semejante al león al contemplar sus heridas, se irrita con más furor en medio de las desgracias”.
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