Entre 9.000 y 10.000 españoles acabaron en los campos de concentración nazis durante la II Guerra Mundial. De ellos, el 80 por ciento lo hizo en la primavera-verano de 1940, tras la rápida victoria de la Wehrmacht contra Francia, cuando miles de exiliados de la Guerra Civil fueron entregados por el régimen colaboracionista de Vichy a las autoridades alemanas.
La mayoría eran adultos jóvenes entre los 24 y los 35 años, que provenían de regiones y provincias que habían permanecido durante periodos amplios de la contienda española bajo control republicano, y fue destinada al archipiélago concentracionario de Mauthausen-Gusen, donde se convirtió en la tercera nacionalidad de mayor proporción y en la que acumuló más miembros en puestos relevantes de su administración.
Los primeros recuentos sobre los españoles muertos en sus instalaciones comenzaron a publicarse ya en 1945, tras su liberación, y entre 1950 y 1952 Francia envió al Gobierno español diez volúmenes con datos de los fallecidos, una información que la dictadura franquista ocultó y que hasta fechas recientes, tras más de cuatro décadas de democracia, no ha estado a disposición de los historiadores. Al análisis de sus datos (extracción provincial de los presos, fechas de su defunción…) y a la cifra máxima de españoles fallecidos en el complejo dedicamos la portada de este mes.
El relato de la batalla de Midway, en la que en apenas cuatro minutos Japón perdió la guerra en el Pacífico, una investigación sobre la “campaña montemolinista” de 1855 y un Dossier sobre el movimiento Mujeres Libres y tres destacadas figuras del anarquismo y el feminismo en España articulan, junto a otros muchos temas, el ejemplar.
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