Sólo superada por el Camino de Santiago, gracias a sus connotaciones religiosas, la Ruta de la Seda se hizo, sin embargo, más famosa, aunque su nombre sea relativamente reciente. Un geógrafo alemán, Ferdinand von Richthofen, la bautizó así en el siglo XIX. La Ruta de la Seda que conocemos, no era la única vía entre Europa y China; tampoco servía para la importación exclusivamente de seda sino de otras mercancías como especias, piedras preciosas, ideas y técnicas.
Gracias a ella se descubrió un arte del viaje donde una forma de comerciar generalmente audaz y directa favorecía el encuentro de religiones, estéticas, humanidades… Gracias a esas rutas comerciales, el budismo, el mazdeísmo, el judaísmo, el cristianismo nestoriano, el maniqueísmo o el islam, llegaron hasta China.
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