Per-hai, “la casa del regocijo”, como lo llamaban los antiguos egipcios, era el nombre del palacio que el faraón Amenofis III (1386-1349 a.C.) construyó en la orilla occidental de la antigua Tebas, hoy Luxor. El nombre original era “el palacio del deslumbrante Atón”, haciendo una suerte de anuncio de lo que supondría el giro del culto solar a este dios, con su hijo, el herético Akhenatón.
Amenofis III pasa por ser uno de los soberanos más brillantes de la época gloriosa de la historia faraónica. Pruebas de ello las encontramos en el refinamiento de su arte, en sus relaciones diplomáticas con pueblos extranjeros y, en general, en el recuerdo que quedó de su paso por el valle del Nilo. A comienzos de la segunda década de su reinado, Amenofis III levantó este palacio en una zona extensa y llana junto al río, convirtiéndose en la residencia oficial de la corte en los últimos años de su gobierno.
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