La ciencia, como la mayoría de las actividades humanas, necesita, crea y alimenta mitos y sin duda Galileo Galilei, Isaac Newton y Albert Einstein constituyen su triada mítica y representan para la opinión pública del mundo occidental las excelencias del genio científico.
En el caso del matemático italiano su figura se realza además por su valiente y obstinada defensa de la libertad de pensamiento frente a los dictados de la ciega autoridad, encarnada en las jerarquías de la Iglesia Católica. Su defensa del copernicanismo, basada en la observación de fenómenos naturales, le supuso el destierro y pudo costarle la vida si en 1633 no hubiera abjurado, al menos formalmente, de sus ideas.
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