Desde los primeros compases de la guerra, los partidos políticos que apoyaron la sublevación llamaron a la lucha a sus milicias. A partir de diciembre de 1936, ya estaban plenamente incorporadas, sometidas al Código de Justicia Militar y mandadas por oficiales del ejército. Falange movilizó a unos 200.000 hombres y los carlistas, o requetés, a unos 60.000, que se agruparon en unidades homogéneas.
Los primeros organizaron 116 banderas y los segundos, 35 tercios, que, aproximadamente, equivalían a un batallón. Entre las unidades tradicionalistas destacó el único tercio formado por catalanes, bautizado como Tercio de Nuestra Señora de Montserrat y que fue, dentro del bando sublevado, una de las unidades más castigadas en toda la contienda.
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