Una de las mejores maneras de medir la eficacia militar consiste en contrastar los logros en el campo de batalla con los recursos de que se dota a un determinado comandante. La I Guerra Mundial fue un terrible ejemplo de derroche de medios tanto humanos como materiales por parte de los mandos. Sin embargo, una figura destaca por derecho propio entre tanto malgastador, el sorprendente Paul von Lettow Vorbeck.
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