En la segunda mitad del siglo XVI, el Imperio turco dominaba el Mediterráneo. España e Italia sufrían directamente la presión otomana. Los turcos capturaron las plazas españolas en el Norte de África; en 1565 atacaron Malta; en 1570 ocuparon Chipre, posesión veneciana; España sufrió la revuelta de los moriscos granadinos, con el temor de que el sultán de Constantinopla la apoyara. Felipe II, consciente del problema que representaba la supremacía otomana en el Mediterráneo, decidió reforzar su poder naval construyendo galeras en sus astilleros de Barcelona, Palermo y Mesina.
En 1566 fue elegido papa Pío V, quien, consciente del peligro que suponía el avance otomano, decidió organizar una gran alianza de estados cristianos para detenerlo. Con su tesón y diplomacia, logró que España y Venecia superaran reticencias y rivalidades y accedieran a formar, junto al Papado y los Caballeros de Malta, una Liga.
[intense_alert color=»#d03531″ font_color=»#ffffff» shadow=»4″]
LAS CLAVES
LOS HECHOS. Ante el avance del poderío turco por el Mediterráneo, Felipe II reforzó su flota y Pío V promovió una alianza para frenarlo.
FUNDAMENTAL. Resultó la unidad de mando adjudicada a Juan de Austria y la capacidad de éste para dejarse aconsejar.
CONSECUENCIAS. Inicialmente pareció que no había ocurrido nada, pero enseguida se advirtió el retroceso otomano.
[/intense_alert]
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: