El 11 de abril de 1814, hace ya más de dos siglos, con los aliados de la VI coalición ya en París y los angloespañoles victoriosos en Toulouse, Napoleón Bonaparte firmaba su abdicación ante el Gobierno provisional de Talleyrand, mientras el Senado francés llamaba al trono a Luis XVIII, cerrando el ciclo de veinticinco años de una revolución que transformó al mundo y que costó a Francia la friolera de dos millones de muertos en el campo de batalla; menos de la tercera parte de los que el genio militar de este caudillo había causado a sus enemigos.
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