La ayuda que prestó el III Reich a la causa sublevada en la Guerra Civil no se limitó al envío de aviones y pilotos de combate. El 5 de septiembre de 1936, un agente del Servicio de Inteligencia alemán enviado por el almirante Canaris, llamado Walter Warlimont, se reunía con Francisco Franco en el palacio de los Golfines de Arriba, en Cáceres.
Tras aquella reunión, Warlimont elaboró un informe para sus superiores acerca de las conclusiones de aquel encuentro con Franco, en el que expuso su preocupación acerca de la posibilidad de que las fuerzas rebeldes lograsen una victoria rápida ante la República. Concluía dicho informe señalando la necesidad que desde Alemania se enviase más material bélico y, en concreto, indicó la importancia que en el devenir de la guerra tendrían los carros de combate, destacando entre ellos los panzer.
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