Martes 14 de Julio: nada”, apuntó en su agenda personal del año 1789 Luis XVI, rey de Francia y Navarra por la gracia de Dios. Se refería al resultado de la caza del día, verdaderamente infausto. Su pasión cinegética era prioritaria sobre las demás preocupaciones: la perspectiva de una bancarrota del Estado, que le había obligado a convocar los Estados Generales que no se habían reunido en Francia desde 1588; el desprestigio de la Corte, sumida en unos escándalos en los que la propia reina, la frívola María Antonieta, se veía comprometida, y por fin, y sobre todo, el espectro de la hambruna que, por todo el país, amenazaba al pueblo con el constante aumento del precio del pan (el alimento básico) como consecuencia de las malas cosechas de los años anteriores y la ocultación del trigo realizada por unos acaparadores con el propósito de enriquecerse. No sabía que la Bastilla estaba a punto de caer.
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