De entre las costumbres de la antigua Mesopotamia, ninguna llama más la atención del lector moderno que la practicada por las mujeres de Babilonia, nada más y nada menos que prostituirse en beneficio de una diosa. Como suele suceder cuando se trata de extrañas costumbres de la Antigüedad, la fuente más conocida y explícita es Heródoto; de hecho, se trata de la mención más antigua que se conserva de semejante práctica.
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