Hace ya más de ochenta años, Adolf Hitler entró en Praga al atardecer del 15 de marzo de 1939, en coche descubierto y saludando con el brazo extendido a las pocas personas que se encontraban en la calle mientras caía una copiosa nevada. La comitiva atravesó el centro urbano, cruzó el río Moldava por el puente de Carlos y ascendió hasta el castillo. En el palacio real de Hradcany nada había sido preparado e, incluso, hubieron de traer comida de la ciudad para que aquella improvisada recepción diera paso a una noche de trabajo en la que Hitler dictó el preámbulo del decreto por el que se constituía el protectorado del III Reich sobre “los territorios de Bohemia y Moravia, que habían pertenecido al espacio vital del pueblo alemán durante mil años…”. Era el último acto de la desmembración de Checoslovaquia, iniciada con la cuestión de los Sudetes.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: