El mundo faraónico aparece tradicionalmente como un universo masculino, cuando la realidad es que, bajo sus formas externas, siempre estuvo la presencia de un poderoso y respetado mundo femenino. Sin embargo, cuando la egiptología comenzó a constituirse como ciencia, a mediados del siglo XIX, no había demasiado interés en conocer cuál hubiera sido la situación específica de la mujer en el antiguo Egipto.
Esta circunstancia pudo haberse debido, tanto al hecho de que la mentalidad propia de los investigadores en aquellos tiempos, hombres en su mayor parte, estaba adecuada a los principios de una sociedad que consideraba a la mujer como un ser dependiente de la voluntad masculina, cuanto a la relativa escasez de fuentes documentales relacionadas específicamente con la mujer, si las comparamos con el resto de los descubrimientos arqueológicos realizados que atañen a la civilización egipcia antigua.
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