Tras la conferencia del reparto de África de Berlín, en 1885, Alemania se hizo con Togo, África del Sudoeste, Camerún y África Oriental. Aquí, por el acuerdo anglo-alemán de 1886, germanos y británicos se habían repartido territorios, todavía independientes, en “competencia amigable”: a Berlín le tocaron Ruanda, Urundi y Tanganyika, que conformarían la Deutsch-Ostafrika (DOA), o África Oriental Alemana.
Pero la ocupación no sería fácil por la resistencia de los africanos. En la futura DOA, escasamente poblada, había 121 etnias, con más de dos centenares de entidades políticas, grandes, pequeñas y mínimas, algunas con solo algún millar de individuos de lenguas bantúes (ver mapa posterior). El suajili, otra lengua bantú, de la costa, estaba muy extendido como lengua vehicular, comercial y cultural. Estas entidades comerciaban con telas, metales, esclavos, marfil, cereales y armas con el África central y, sobre todo, con Zanzíbar y con los que Coquery-Vidrovitch llama los “reyes-empresarios árabe-suajili”, que utilizaban las grandes rutas comerciales, cuyo control era objeto de fuerte competencia entre unos y otros.
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