La guerra de los Treinta Años convierte a Europa central en un gran tablero bélico, en el que el interés historiográfico se ha centrado preferentemente en los ejércitos de la Monarquía Hispánica y de Suecia, por razones diferentes; en el caso de aquella, por la valoración de su derrota en la batalla de Rocroi (1643), a la que se ha considerado como el exponente de la crisis en la que la potencia española iba a entrar en los años siguientes; en el caso de Suecia, por las novedades que introduce en su ejército uno de los grandes militares del siglo XVII, Gustavo Adolfo, cuya trayectoria queda bruscamente interrumpida al morir en la batalla de Lützen (1632), cerca de Leipzig, pero al que sobrevivieron sus innovaciones tácticas.
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