La España de los Cinco Reinos –León, Castilla, Corona de Aragón, Navarra y Portugal– e, incluso, la posterior a la unión de Castilla y León (1230) en la persona de Fernando III el Santo, se caracterizó por la voluntad de pactos y acuerdos. No había sido así en tiempos de Alfonso VII el Emperador (1125-1157), en los que si hubo pactos lo fueron de índole feudal y de reconocimiento de la superioridad jerárquica y de honor del rey castellano-leonés.
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