Las nuevas corrientes historiográficas han señalado que el correcto tratamiento y estudio de la obra literaria la convierten en clave para la interpretación del pasado. En el caso de la novela realista y naturalista, la importancia de la fuente aumenta considerablemente, porque esta corriente literaria hace de la observación el fundamento de su credo estético. El historiador, evidentemente, no busca en la literatura unas fechas o acontecimientos concretos, sino el testimonio vivo de una sociedad, convencido de que el autor recrea en su obra las creencias, las ideas, las mentalidades, los problemas y las tensiones del mundo que le es contemporáneo, a través de su propia posición y perspectiva.
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