La Guerra Civil parecía decidida y próxima a su fin cuando la IV División de Navarra alcanzó el Mediterráneo en Vinaroz, el 15 de abril de 1938. La República quedó partida en dos. Por un lado, Cataluña, que apenas disponía de energía eléctrica pues las centrales de Tremp y del río Noguera estaban en manos de Franco; por otro, Levante, con parte de Castilla la Nueva, Extremadura y Andalucía. Las dos zonas –separadas por una brecha de unos 150 kilómetros al llegar el verano– quedaban, además, casi incomunicadas entre sí porque la flota franquista dominaba el mar y sus aviones, el aire.
Desde aquella fecha, Franco presionaba sobre Levante, la zona más amplia y aislada de la República, pensando tomarla al final del otoño; la empresa se consideraba sencilla, pese a las fuertes dificultades que ofrecía el terreno, pues a comienzos del verano Valencia parecía al alcance de las avanzadas «nacionales». Burgos dejaba Cataluña para el final de la guerra que, según sus cálculos, no debería prolongarse más allá de la primavera del año 1939.
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