Clayton: he decidido partir solo hacia Damasco y espero que me maten en el camino; por lo que más quiera, trate de aclarar este asunto antes de que llegue más lejos. Los estamos convocando a combatir por nosotros con una mentira y yo ya no puedo soportarlo más”, le escribía Thomas Edward Lawrence –Lawrence de Arabia– al coronel Gilbert Clayton, jefe del Arab Bureau (servicios de información militar dirigidos al mundo árabe, con base en Egipto), a comienzos de junio de 1917, semanas antes del ataque y toma de Aqaba.
El viaje no se realizó y la carta no se envió, pero demuestra la tremenda contradicción en que se desenvolvió la misión de Lawrence en Arabia: la lealtad hacia su país enfrentada con el cumplimiento de las promesas hechas a los árabes. En esa época, ya conocía que Gran Bretaña incumpliría sus compromisos con el jerife Husein, alma del levantamiento árabe, pero él estaba obligado a activar aquella sublevación como si Londres se aprestara a hacer honor a lo prometido.
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