De los tres frentes que configuraron la crisis de 1917, las Juntas de Defensa fue el que causó mayor conmoción. Ni la Asamblea de Parlamentarios ni la huelga general de aquel verano alcanzaron la dimensión que tuvo el movimiento reivindicativo del ejército, surgido en 1916 y que se prolongó hasta su disolución en noviembre de 1922. La afirmación está avalada por el formidable significado que tuvo el movimiento.
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