En el plazo relativamente breve de ciento veinte años, la Monarquía española llevó a cabo dos expulsiones masivas: la de los judíos en 1492 y la de los moriscos, de 1609 a 1614. A pesar de sus diferencias importantes, estos dos sucesos dramáticos tuvieron un efecto complementario: acabaron con la España de las tres religiones, fenómeno cultural casi único en la historia de la Edad Media europea. Aunque no es cierto que el motivo religioso, la búsqueda de la unidad de la fe, haya sido decisivo en los dos casos de expulsión. Merece la pena analizar cada uno de estos episodios dramáticos de la Historia de España, antes de proponer una valoración de sus efectos.
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