En las conflictivas décadas de principios del XIX, caracterizadas por guerras, persecuciones y exilios masivos, la figura de Blanco White emerge con una singularidad trágica. Miembro de una familia profundamente religiosa, originaria de Irlanda por parte de padre, se ordenó sacerdote a una edad temprana, una decisión que no tardaría en lamentar. Al producirse la invasión francesa, se opuso activamente a Napoleón y durante algunos meses colaboró con Isidoro de Antillón en la redacción del Semanario patriótico. Poco después se exilió definitivamente en Inglaterra. El contacto con la realidad británica le hizo abandonar sus ideas radicales, inclinándolo hacia posiciones más moderadas.
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