Colaborador de máxima confianza del conde-duque de Olivares, Francisco de Melo fue designado gobernador provisional de los Países Bajos a la muerte de Fernando de Austria. Aunque el portugués carecía de experiencia militar, sí la tenía de forma extensa en el ámbito diplomático y de gobierno, al haber sido embajador en Génova y Viena, así como virrey de Sicilia. Como había sucedido con don Fernando, Olivares esperaba que la plana mayor del Ejército de Flandes le asesorara correctamente. De hecho, Melo no pudo tener mejor comienzo desde que llegó a Bruselas, el 15 de enero de 1642.
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