Hitler, boda con la muerte

Hitler conoció la muerte de Mussolini el 29 de abril de 1945. “A mí no me cogerán ni vivo ni muerto”, dijo. Para entonces, Berlín estaba cercada y los soviéticos se encontraban a las puertas del búnker. Analizamos cómo vivió el Führer sus últimas horas, soñando con armas milagrosas y preparando, tras casarse con Eva Braun, su final

Edad contemporáneaHitler, boda con la muerte

La tarde del domingo 29 de abril fue extrañamente silenciosa en el búnker. Apenas nadie circulaba por los pasillos y no se oían conversaciones, según aseguraba Rochus Misch, suboficial de las SS que prestaba sus servicios en el refugio como radiotelegrafista. Solo se podía escuchar, ininterrumpido y cada vez más próximo, el cañoneo soviético.

Por la noche, tras una frugal cena, Hitler y sus colaboradores se enteraron por la radio de la muerte de Benito Mussolini, de Claretta Petacci, su amante, y de varios distinguidos políticos fascistas, cuyos cadáveres habían sido escarnecidos en Milán y que durante horas habían estado colgados cabeza abajo en la marquesina de una gasolinera. Hitler se levantó muy excitado del sofá donde estaba sentado y dijo a gritos: “A mí no me cogerán ni vivo ni muerto. No me convertirán en un muñeco de feria en Moscú ni se ensañarán con mis restos”.

Los seguidores de Adolf Hitler lo saludan durante un congreso del partido en Núremberg (1929). Anne Frank Stichting, Amsterdam/Deutschland Erwacht

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David Solar
David Solar
Exdirector de La Aventura de la Historia

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