Himmler posee un mérito extraordinario. Creo que nadie ha tenido como él la obligación de imponer a sus hombres condiciones tan difíciles (…). Con él, las SS han llegado a ser esa tropa extraordinaria, consagrada a una idea, fiel hasta la muerte. Veo en él a nuestro Ignacio de Loyola. Con inteligencia y obstinación, contra viento y marea ha sabido forjar este instrumento”, comentaba Hitler en enero de 1942. Por entonces, Himmler era su mano derecha y el contertulio preferido en sus sobremesas porque era un culto y devoto oyente, tan fanático, antisemita y racista como él y, sobre todo, tan eficaz y leal, “el fiel Heinrich”, según la camarilla hitleriana.
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