La historia está llena de hombres anónimos que alteraron profundamente su curso en cuestión de segundos: John Wilkes Booth asesinó a Lincoln en 1865; Gavrilo Princip al heredero de la corona austrohúngara en 1914; Nathuram Godse a Gandhi, o Lee Harvey Oswald a J. F. Kennedy, entre otros muchos. Otra persona insignificante que adquirió una enorme relevancia, armado con una pistola, fue el judío Herschel Feibel Grynszpan, cuya historia, que muchos pensaban ya olvidada, acaba de dar un giro ciertamente inesperado.
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El que a hierro mata, a hierro muere…