La conquista del cielo, iniciada a la luz de la razón ilustrada, formará parte del ideario progresista del siglo XIX. Los globos aerostáticos, nacidos en Francia, alternarán sus usos festivos y militares. Planearán sobre los campos de batalla, los actos oficiales y las exposiciones universales. Volarán de día exhibiendo sus lonas rayadas de colores como cebollas de iglesias rusas. Ascenderán de noche entre fanales y fuegos de artificio. Simbolizarán el cambio en la percepción del paisaje: lateral con el ferrocarril y vertical con los aerostatos. Señalarán el camino al futuro, pues como escribió Victor Hugo maravillado por los globos: “¿Adónde van? Avanzan en señal de fiesta hacia el provenir divino y puro, hacia la virtud, hacia la ciencia que se ve lucir. Ved como, en efecto, suben hasta las estrellas”.
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