Giuseppe Garibaldi llegó al mundo el 4 de julio de 1807, en una ciudad por entonces (Niza) perteneciente al reino del Piamonte, todavía a casi medio siglo de que, en el contexto del proceso de la unidad italiana y de las relaciones con la Francia de Napoleón III, pasase a soberanía francesa.
Un cuarto de siglo media desde que, en 1982, el centenario de la muerte de esta figura emblemática de la Italia unida originase una serie de conmemoraciones que supusieron una importante revisión historiográfica. El bicentenario de su nacimiento situó de nuevo, en 2007, a Garibaldi en el foco de atención de los historiadores, y no sólo de los italianos, pues su figura y, sobre todo, su fama desbordan los límites de la propia historiografía nacional y, convertido en un mito, interesa a estudiosos tanto de Europa como de América, donde además pasó algunos años de su vida, que marcaron especialmente su pensamiento y su acción.
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