Andaban como humildes o carboneros, pero al desembozarse se les veía delicada camisa y por el zapato descubrían finas medias de seda. Notáronse dos cosas singulares aquel día: la primera que los alborotados, gente grosera y muchos necesitados y pobres, dueños de la población, no robaran ni maltrataran a nadie, y la segunda, que si bien los que comían y bebían en las tabernas nada pagaban, no tardaban en presentarse otras personas a preguntar el importe del consumo hecho, lo cual satisfacían con largueza».
No hay duda de que el llamado motín contra Esquilache, que en marzo de 1766 sacudió el reinado de Carlos III, fue una revuelta instigada por cortesanos resentidos contra los ministros Squillace y Grimaldi, que el Rey se había traído desde Nápoles. Tres cosechas desastrosas tenían soliviantada a la gente de Madrid cuando el pan subió, de ocho a doce cuartos en aquel año.
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