Bastaron solo los seis meses que transcurrieron entre agosto de 1898 y febrero de 1899 para que los otrora aliados contra España se convirtiesen en encarnizados enemigos. Las abundantes suspicacias y recelos entre filipinos y norteamericanos, que habían brotado antes incluso del final del dominio hispánico en el archipiélago, estallaron durante el proceso de negociaciones de paz que condujo a la firma del Tratado de París, donde España acordó ceder las islas a EE UU por una indemnización de veinte millones de dólares.
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