José Moreno Carbonero está considerado el último buen pintor de historia en España. En 1876 consiguió una beca para París, donde conoció al que había sido el famoso marchante de Fortuny, Goupil, que le pidió los consabidos cuadros de casacones en tableautines con los que logró cierto éxito. Pero como entonces el triunfo lo daba el mundo académico, empezó a pintar cuadros de historia y logró a los veintiún años un primer éxito con El príncipe don Carlos de Viana en la exposición Nacional de 1881. Se consagró con la Conversión del duque de Gandía, de 1884. La gran repercusión de esta obra hizo que el Senado le encargase La entrada de Roger de Flor en Constantinopla, en 1888. Es su obra histórica cumbre.
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