Busto pintado de la reina, 47 cm de alto (hallado). Colores como si estuviera recién pintado. Excelente trabajo. Inútil describir, mejor ver”, escribía Ludwig Borchardt, el 6 de diciembre de 1912, en su diario de la excavación de Tel el-Amarna. Tenía en sus manos una pieza fantástica: la representación de Nefertiti, la esposa de Akenatón. Borchardt llevaba diecisiete años en Egipto y era una de las figuras relevantes de la colonia de arqueólogos extranjeros. Dirigía el Instituto Alemán de Arqueología de El Cairo, formaba parte del Comité de Egiptología, que asesoraba a las autoridades en asuntos relacionados con monumentos y prospecciones, y había dirigido numerosas excavaciones, pero pasaría a la historia de la arqueología por aquel hallazgo.
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