Cuando se quiere denunciar, lamentar o ridiculizar, en cualquier tipo de operación (económica, cultural, política, etc.) la desproporción entre la excesiva expectación despertada y lo magros resultados obtenidos, se alude a la vieja fábula del parto de los montes. Su origen, como ocurre con toda esta veta de la literatura popular que acaba aflorando en la obra de los escritores cultos, es muy difícil de rastrear. La tradición conocida de este tema fabulístico empieza en la literatura grecorromana.
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