En abril de 1912, Jorge V de Inglaterra firmó un decreto que creaba, dentro del ejército, el RFC, siglas del Royal Flying Corps, es decir, el Cuerpo Real de Aviación. El segundo mando de la nueva Escuela Central de Vuelo era el comandante Hugh Trenchard, cuyo papel en el crecimiento de la fuerza aérea inglesa sería esencial.
Al poco de estallar la I Guerra Mundial, el 4 de agosto de 1914, el RFC marchó a Francia con la tarea principal de explorar y reconocer las posiciones enemigas, papel tradicional de la caballería. Las maniobras en tiempo de paz habían demostrado el valor de la aviación, la cual podía completar en unas horas una misión de exploración que llevaría cuatro días a una patrulla de caballería. Sin embargo, aunque algunos expertos vislumbraban ya potenciales acciones como el bombardeo de fábricas y nudos de comunicaciones, los jefes, generalmente poco imaginativos, se oponían a la experimentación y no pensaban todavía en el empleo del avión como arma independiente.
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