Antonio Pérez es uno de los personajes más polémicos de la época de los Austrias. Considerado como uno de “los malditos” de la historia de España por su significación en la promoción de la leyenda negra europea contra Felipe II, su figura ha suscitado las críticas más como sujeto amoral, sin principios, que cínicamente se vendió a quien tuvo algo que ofrecerle. Pero también ha despertado simpatías políticas, como presunto representante de “la izquierda” ebolista en la Corte de Felipe II y promotor de la causa de las “libertades patrias” aragonesas.
Hoy, nos movemos entre la frivolización impuesta por una serie de novelas y películas que han abordado el personaje y los esfuerzos, muchas veces baldíos, de los historiadores que, desde la obra ya clásica de Gregorio Marañón, han intentado matizar la compleja personalidad del secretario de Felipe II.
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: