Buscar o utilizar un chivo expiatorio se dice cuando, en cualquier tipo de desastre, se escoge a algún inocente (normalmente el eslabón más débil de la cadena) para que cargue con la responsabilidad. En términos coloquiales suele hablarse de “cargar con el mochuelo”, “pagar el pato” o “comerse el marrón”, ”ser una cabeza de turco”. Puede ser que se desconozca al verdadero culpable o que se le conozca muy bien pero interese protegerlo. El resultado es el mismo: alguien tiene que pagar por lo ocurrido para “expiar” el desaguisado. Alguien acaba “haciendo de chivo expiatorio”.
Puede ocurrir en toda clase de situaciones. Desde las producidas cada día en el mundo laboral o el de la política, sin ir más lejos, hasta las vividas con ocasión de gravísimas calamidades históricas: pensemos en la práctica aniquilación de los judíos europeos a mediados del siglo XIV, tras ser declarados por la vox populi culpables de la Peste Negra que asolaba el continente (ver B. W. Tuchman, Un espejo lejano. El calamitoso siglo XIV, Barcelona, 2000).
Este contenido no está disponible para ti. Puedes registrarte o ampliar tu suscripción para verlo. Si ya eres usuario puedes acceder introduciendo tu usuario y contraseña a continuación: