A pesar de lo que se suele creer, la vida en el antiguo Egipto no era una balsa de aceite, ni siquiera para los todopoderosos faraones. Cuando las cosas se ponían feas de verdad, su propia vida corría peligro. A pesar de lo discretas que son las fuentes al respecto, pues siempre habían de mostrar al faraón como victorioso y perfecto, lo cierto es que conocemos más de una y de dos conjuras organizadas contra el señor de las Dos Tierras. Entre ellas la que afectó a Ramsés III.
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