En el periodo que han estudiado los autores Francisco Vázquez García y Richard Cleminson Goldman, la identidad sexual (o de género) resultaba fundamental a la hora de configurar un rol porque las mujeres no podían ordenarse sacerdotes, ni ingresar en el ejército ni tampoco heredar mayorazgos; así, el sexo era uno de los factores primordiales para determinar el estatus social. En tal línea también se luchaba contra el pecado y delito de sodomía del que fueron acusados muchos hermafroditas.
Debido a tales implicaciones resultaba fundamental saber si una persona dudosa era más varón que mujer o sucedía a la inversa. Para conocer cómo se decidía la cuestión durante la Edad Moderna, los autores de este erudito estudio, Sexo, identidad y hermafroditismo en el mundo ibérico, 1500-1800 (Cátedra), han consultado textos médicos, informes inquisitoriales y obras literarias. En esa línea se exponen, entre otras, las biografías de Elena de Céspedes, Catalina de Erauso (la célebre “monja alférez”) y varios casos portugueses.
En la determinación del sexo dudoso influían los médicos, como resulta esperable, pero también las parteras y aquellos vecinos respetables que habían observado durante años la conducta del hermafrodita. A la vez, en el campo médico se debatía sin descanso si solo existía un sexo con grados de perfección, cuya cúspide estaba ocupada por varones con sus atributos propios (pene y testículos, voz grave, barba) o había dos sexos, cada uno con sus características y perfecciones. Aunque la primera opinión era más proclive a aceptar el hermafroditismo, el segundo criterio se impuso paulatinamente.
Javier Ugarte Pérez
*Reseña publicada en la sección de libros de La Aventura de la Historia, número 238.
Sexo, identidad y hermafroditismo en el mundo ibérico, 1500-1800
Francisco Vázquez García y Richard Cleminson Goldman
Barcelona, Cátedra, 2018
304 págs., 18 €