En el palacio neotudor de Cecilienhof, antigua residencia del príncipe heredero alemán ubicado en la localidad de Potsdam a 25 kilómetros de Berlín, se celebró la tercera y última gran conferencia, que mantuvieron los jefes de gobierno del denominado grupo de los Tres Grandes –la URSS, EE UU y Reino Unido– para reorganizar el mundo tras la II Guerra Mundial. Stalin odiaba volar y tan solo lo había hecho para asistir en 1943 a la Conferencia de Teherán. Su paranoia le hizo exigir que se celebrase en la zona controlada por los soviéticos a la que podía llegar en tren. La conferencia, bautizada con el premonitorio nombre de Terminal, tuvo lugar del 17 de julio al 2 de agosto de 1945. Europa era, como afirmó Winston Churchill, “un montón de escombros, un osario, un semillero de pestilencia y odio”.
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